miércoles, 12 de agosto de 2015

Zanja, corazón del barrio chino



La calle Zanja se extiende desde la calle Águila hasta la Calzada de Infanta, a partir de la cual se convierte en la calle Zapata. Debe su nombre a que por ella corría la Zanja Real que surtía de agua a la ciudad de La Habana. También se denominó Línea del Ferrocarril de Güines, debido a que este se desplazaba por ella, al igual que después lo hacían los trenes que, saliendo de la Estación de Villanueva, iban por la Quinta de Los Molinos, La Ceiba, Puentes Grandes y otros lugares hasta la Playa de Marianao.

En su época inicial existían tres puentes para cruzarla: el de Sedano, en la esquina de la calle Lealtad; el de Manrique, en la calle del mismo nombre, y el de la calle Galiano. Zanja constituyó el corazón del populoso Barrio Chino de La Habana y, aún hoy lo sigue constituyendo, aunque ya el Barrio es más folclórico que natural. Y, aunque en 1916 a la calle se le dio el nombre de Finlay en honor al ilustre médico cubano descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, en 1936 se le restituyó el de Zanja, nombre por el cual es conocida popularmente.

Se dice que el Barrio Chino de La Habana comenzó en el año 1858, con una casa de comidas situada en la esquina de Zanja y Rayo y un puesto de frutas y frituras cercano. La "ciudad amarilla", como la denominó Alejo Carpentier, pronto se convirtió en la mayor colonia china de América Latina, llegando a residir en el año 1899 unos 15.000 chinos en Cuba, de los cuales solo 4.900 eran mujeres, lo cual demuestra que fue una emigración principalmente masculina en busca de trabajo. Después de los que llegaron en los años 20, ya en el año 1930 había unos 24 mil chinos en Cuba. Con los años la colonia se expandió, disminuyendo algo hacia 1953, donde el censo registró 16.657 chinos, aumentando posteriormente hasta la instauración del nuevo régimen en el año 1959, cuando se dispersó hacia otros países, principalmente hacia Estados Unidos, huyéndole a la repetición de lo que ya había sucedido en China en el año 1949, con la llegada de los comunistas al poder.

Aunque los chinos se asentaron en Cuba en casi todos los pueblos y ciudades, no existen dudas de que el núcleo principal de esta colonia lo constituyó el Barrio Chino de La Habana, que comprendía originalmente el cuadrante comprendido entre las calles Zanja y Salud y Galiano y Lealtad. La calle Zanja es como el Gran Río Amarillo al cual, como si fueran sus afluentes naturales, tributan las calles Dragones, Rayo, Cuchillo, San Nicolás, Manrique, Campanario, Salud y Lealtad. Con los años, los chinos ganaron algunos espacios, acercándose a las calzadas de Reina y de Belascoaín.

Al comienzo de la calle, estrecha en este tramo hasta Galiano, en la esquina de Águila y Dragones, se encuentra el hermoso edificio que fuera de la Compañía Cubana de Teléfonos, construido en el año 1927 por el arquitecto Leonardo Morales, con su bella torre, hoy perteneciente a la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA).

Antes de Águila, en la calle Dragones, casi frente a donde estuviera el hotel New York, hoy tapiadas sus puertas y ventanas y en estado de abandono, hace algunos años se construyó un pórtico imitando la arquitectura china, que pretende indicar el comienzo del Barrio, partiendo tal vez de que en la calle Amistad número 420, entre Barcelona y Dragones, se encuentra el Casino Cheng Wa, que más que un casino siempre fue una federación de sociedades, que facilitaba la unión de todas ellas, teniendo entre sus objetivos el de dirimir las querellas y conflictos entre las sociedades y entre sus asociados.

Este pórtico responde en realidad más a fines turísticos que prácticos. Es más, dentro del Barrio no se construyeron edificios ni viviendas al estilo chino, sino solo se incorporaron detalles como adorno a las edificaciones que se levantaban de estilo occidental.

Caminando en dirección a Galiano, se encontraba la farmacia La Americana, una droguería y laboratorio, algunos comercios convertidos en precarias viviendas, algunos pocos en funcionamiento, y derrumbes de edificaciones que existieron años atrás, los cuales nunca fueron comercios de chinos.

A partir de Galiano, donde comienza realmente el Barrio, en la calle Zanja se encontraba la Locería La Vajilla, una casa dedicada a la venta de porcelana, cristalería y locería, hoy convertida en una casa comisionista que oferta muebles antiguos a precios exorbitantes. Vienen luego el comercio La Cantonesa, convertido en un mercado de víveres, algunas fondas, puestos de hortalizas, frutas, helados y frituras y otros comercios desparecidos o transformados, abundando en estos momentos "los bicitaxis y los buscadores y buscadoras" de extranjeros, además de bastante suciedad y falta de higiene.

La situación mejora en el triángulo formado, a partir de Rayo, por las calles Cuchillo, Zanja y San Nicolás, conocido como El Cuchillo de Zanja, donde han proliferado los restaurantes de comida china, pared con pared, pertenecientes a sus sociedades o a particulares de esta nacionalidad, que ofrecen platos típicos de las diferentes regiones del enorme país, con diferentes precios y calidad.

Aquí se ofertan las diferentes variantes del shop suey y del chow mein, el pollo tip pan, los rollitos de cerdo y de primavera, las sopas chinas, el arroz frito y las maripositas, así como otras comidas chinas tradicionales. Estos establecimientos están profusamente decorados con motivos chinos, incluyendo faroles de papel de China, tallas en madera de dragones y otros motivos, luces de neón y vajillas que crean un ambiente oriental peculiar y agradable. Contra ellos conspira el depauperado entorno, además de que en esta zona, como en otras de la ciudad, escasea el agua potable, y se ven obligados a utilizar carros cisterna para su abastecimiento, con el consiguiente peligro para la salud que esta manipulación presupone.

En la calle Zanja y en las cercanas a ella, en años anteriores existieron: un restaurante de lujo en la calle Dragones, y en Zanja y San Nicolás un teatro donde se ponían en escena óperas chinas y otras obras dramáticas por compañías que venían de Cantón, Shanghai y San Francisco (California), lo cual demuestra la riqueza y la cultura de muchos de los miembros de la colonia. Allí se alzaban los restaurantes Pacífico, catalogado como el mejor de los situados dentro de la calle Cuchillo, y La Muralla China, de precios módicos.

En Manrique, entre Zanja y Dragones, existió un edificio de dos plantas donde operó una escuela de idiomas para chinos de todo el país, en la cual se enseñaba el cantonés, que era el dialecto de la mayoría de los chinos residentes en Cuba, y el mandarín, que era el idioma nacional. El Barrio sufrió, tanto los altibajos de lo que sucedía en el mundo (Primera y Segunda Guerras Mundiales) como de lo que sucedía en China (la Revolución). En Zanja número 306 se construyó el edificio del Kuomintang o Partido Nacionalista Chino, al cual pertenecían muchos chinos, convertido hoy en la Alianza Socialista China de Cuba, así como, cercanos a él, cines, farmacias, bancos y locales para sus diferentes sociedades.

En el Barrio Chino, y precisamente en la calle Zanja, entre Manrique y Campanario, aunque no tenía nada que ver con los chinos, se estableció el conocido teatro Shanghai, para adultos y preferentemente hombres solos, que en sus inicios ofrecía obras humorísticas de la picaresca cubana. Muchos autores del género vernáculo pasaron por ese escenario: Federico Villoch, Gustavo Sánchez Galárraga, Antonio López y decenas más. También diferentes actores y actrices, encarnando al negrito, al gallego, a la mulata y a otros personajes, como Rafael de Arango, Enrique Arredondo, Pedro Castany, Cuca Montero, Fabiola Márquez y otros, algunos de los cuales después se desempeñaron en el Teatro Alhambra, en otros teatros, en la radio, en la televisión y hasta en el cine.

Los títulos de algunas de algunas sus obras fueron: El destino de un varón, Si me caso qué susto paso, Un veterano que batea bien, El amante de mi mujer y El trovador de Broadway. Con el paso del tiempo, aumentaron las insinuaciones sexuales y las palabras y gestos obscenos, así como se incorporaron revistas musicales con desnudos femeninos y cortos cinematográficos pornográficos de producción mexicana o cubana.

Para su propaganda, en grandes anuncios a colores al frente del teatro, se utilizaban textos de mensajes publicitarios o políticos, que habían tenido buena aceptación en la población, aprovechando que se prestaran al doble sentido, título que ponían a las obras que presentaban. Así, podían aparecer: Una tonga de gusto, Esta que es fuerte, fuerte… sepárala, Ella tiene su meneíto, Este es el hombre, Josefina atiende a las señoras, ¿Tiene usted el gusto joven? y otros.

En el mes de noviembre de cada año se representaba una parodia de la obra Don Juan Tenorio, donde Don Juan, Don Luis y Doña Inés eran maltratados a la cubana. Donde estuvo el teatro, hoy existe un parque cerrado donde se realizan actividades propias de la cultura chinas. También existían algunos bares y prostíbulos y el cine Pacífico.

El exotismo y el misterio del Barrio Chino, como si tratara de una fruta prohibida, se hacía presente principalmente en las noches habaneras. Por el día, como cualquier otro espacio de la ciudad, era recorrido por hombres y mujeres en busca de porcelanas, miniaturas, figuras artísticas, muebles, sedería, medicamentos y productos y condimentos típicos de la gastronomía china, los cuales se ofertaban en sus diferentes establecimientos.

En las calles Zanja, Dragones, San Nicolás, Manrique y Campanario se encontraban los locales de la mayoría de las sociedades familiares chinas, unos más suntuosos que otros, con sus llamativos nombres: On Ten Tong, Kwong Wa Po, Li Lom Sai, Lung Kong, Chang Weng Chung Tong, Chi Tak Tong, Min Chin Tang, Yi Fung Tong, Sue Yueng Tong y otros.

La mayoría de ellas aún existen, aunque con instalaciones bastante deterioradas y con poca membresía, habiendo sido sustituidos los chinos originales por sus descendientes chino-cubanos, producto de las mezclas étnicas.

En las calles Zanja, Dragones y Salud abren sus puertas todavía restaurantes de comidas chinas como Gran Dragón, Guang-Zhou, Tien-Tan, Los Dos Dragones, Viejo Amigo, La Flor de Loto y La Mimosa, entre los más conocidos. En los años de la República, muchos chinos ricos emigraron de California hacia Cuba y establecieron importantes negocios, como grandes almacenes de víveres y lujosos restaurantes, que se encontraban fuera del Barrio Chino, como El Mandarín (23 y M), Pekín (23 entre 12 y 14), Hong Kong (desde hace años denominado Yang Tsé, en 23 y 26) y Saigón, en Miramar.

Existían también algunos de precios más módicos, diseminados por los distintos barrios de la ciudad, hasta llegar a las célebres fondas chinas. La mayoría de ellos, actualmente administrados estatalmente sin la presencia de los chinos, no se parecen en nada a lo que fueron entonces, debido a su deterioro, mala calidad de sus ofertas y peor trato.

Aunque la calle Zanja no se limita al espacio que ocupa dentro del Barrio Chino, este es el más importante y el que le ha dado celebridad. Después de la Estación de Policía, situada frente al cuchillo que forman las calles Zanja y Dragones, se diluye, como otra calle cualquiera, con múltiples viviendas y comercios, muchos en estado de deterioro, terrenos baldíos donde antes existieron edificaciones, y locales readaptados para usos que no tienen nada que ver con su designación inicial.

Mantienen algún interés el local del viejo Café OK en Belascoaín, el edificio moderno donde se encontraba la sucursal de la dulcería Super Cake S.A., la vieja instalación de la primera fábrica de radiadores de Cuba de Max Brikman, construida en 1927 entre las calles Marqués González y Oquendo, y el Centro de Inspección Técnica de Vehículos, conocido popularmente como el "Somatón", antes de llegar a la Calzada de Infanta.

Desde hace tiempo se habla de reactivar Zanja y rescatar el Barrio Chino, ya que ambos están históricamente ligados. Para ello, en el espacio donde se levantó el pórtico, cada año se realizan las danzas del dragón y del león y se celebra el año lunar, se ofrecen demostraciones de artes marciales —aunque la mayoría de nuestros chinos no eran guerreros sino comerciantes— y espectáculos de música, cantos y bailes tradicionales, así como se ofertan comidas típicas, principalmente el popular arroz frito y las maripositas, que tienen más de San Francisco que de Cantón. Y existe en Zanja y Manrique la denominada Academia Wushu, donde además de otras actividades tradicionales se practican las artes marciales chinas wushu y taijiquian.

Se olvida que las calles solo se reactivan cuando en ellas, de forma natural, se establecen comerciantes, abren sus establecimientos y la población acude a ellos, porque sus ofertas resultan atractivas. Inundar los pocos establecimientos estatales de pacotilla actualmente fabricada en China aporta muy poco. No conozco de calles reactivadas por decreto: el boulevard de San Rafael es una pobre caricatura de lo que fue esta calle anteriormente. Tampoco los barrios se rescatan y, menos en este caso, cuando falta su componente principal, que es la emigración china, que lo renovaría y le daría nuevas fuerzas.

La calle Zanja actual y el Barrio Chino padecen de los mismos males que la mayoría de las calles y los barrios de la Ciudad de La Habana: edificaciones en estado precario, derrumbes, ruinas, comercios desabastecidos y sucios, aceras rotas, baches, aguas albañales por doquier, indisciplinas sociales, violencia callejera, falta de educación y vulgaridades. Reactivar la una y rescatar el otro, a pesar de las buenas intenciones de los descendientes chinos que sobreviven precariamente en ellos, constituyen tareas muy difíciles de realizar: para ello es necesario primero reactivar y rescatar la ciudad y el país.

Fernando Dámaso
Diario de Cuba, 15 de noviembre de 2014.
Foto: Barrio Chino de La Habana en la década 1940-50. Tomada de Barrio Chino de La Habana.

1 comentario:

  1. Vivi en Zanja y Rayo por 10 o 12 anos. Aquello de barrio Chino paso a ser la Cuba socialista actual. Lo que primava en los anos 70 y 80 en que vivi, fue el reflejo de lo que es hoy el comunismo en cualquier nación. Los originales chinos sentados en la acera sucia y pestilente, reflejando la miseria del sistema impuesto. Allí callados y con mirada baja, como diciendo: " CARAJO, nos volvió a coger esta mierda....!!!!!

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